Iglesia de Santa Cecilia
Santa Cecilia de Villasevil conserva los mejores restos románicos del valle de Toranzo. Un románico en el que se aprecia un claro influjo de los talleres que trabajaron en el norte de Palencia a finales del siglo XII. Alberga en su interior una de las pilas bautismales de estilo románico más destacadas de Cantabria.
Una
de las pocas iglesias románicas -aunque de este estilo solo quede su cabecera-
que se ha conservado en el valle de Toranzo, es esta de Villasevil. La
población está unida al hecho histórico memorable de haberse celebrado en el
las nupcias del príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos, con la princesa
de Austria doña Margarita, en Marzo de 1497. Se sabe también que Carlos V se
detuvo en Villasevil en 1522. En ambos casos, los príncipes verían la parte mas
antigua de la actual iglesia.
De
ella, se conserva en románico su ábside, si bien se puede apercibir que en
época posterior, al elevar su cornisa, se hicieron desaparecer los canecillos
románicos que, casi con seguridad, debió de tener. Pervivieron sin embargo, las
tres ventanas, pero también se quitaron las columnillas exteriores que dividían
al ábside en tres calles.
El
análisis de los elementos que forman sus tres ventanales, cimacios,
arquivoltas, capiteles, etc, nos aseguran que la vieja fabrica románica de
Santa Cecilia se debió de levantar en los años finales del siglo XII, pues las
arquivoltas interiores llevan roleos vegetales con calado profundo y talla muy
fina que caracteriza a la escultura de esta época ya avanzada.
En los capiteles
predominan las "roscas" vegetales que, tendiendo al molinillo, se
acercan extraordinariamente a la forma de hacer de los escultores románicos
que, ya en época transicional, renuevan la escultura románica peninsular. Su
talla es muy similar -casi podríamos asegurar su conexión- a la de los canteros
de los monasterios de Aguilar de Campóo y San Andrés de Arroyo (Palencia), cuyos
trabajos o influencias avanzan bastante hacia la geografía de la Montaña.
En
el interior se constata que la primitiva planta, de una sola nave, se modificó
posteriormente ampliándola a tres. De todas formas pervive el ábside románico
con una imposta que le recorre a media altura.
Muy
digna de aprecio es su pila bautismal, también románica y de gran tamaño (del
tipo de las conservadas en las Bareyo o Santillana del Mar) con decoración de
acantos planos imbricados, que no fueron la mayoría de ellos acabados de
tallar. Aún cuando no fue concluida del todo, presenta un aspecto ciertamente
solemne.
Del
resto de la iglesia destaca la capilla de la epístola que conserva la
inscripción de la familia Villegas. Su construcción fue finalizada en 1627.