Iglesias de Interés Cultural

Iglesias de Interés Cultural de Cantabria



      Localizado en el centro geográfico de la comarca lebaniega, el Monasterio de Santo Toribio, hasta el siglo XII denominado de San Martín de Turieno, fue durante gran parte de la Edad Media el eje alrededor del cual giraba la vida cultural, religiosa, económica y social de esta zona, importante reducto de la resistencia cristiana en los comienzos de la Reconquista. Este monasterio es uno de los más antiguos de la región, y en él se conjugan el arte románico, el gótico y el barroco.

      Es muy posible que ya a mediados del siglo IX existiera, en el lugar donde hoy se levanta la iglesia de Santa María, un cenobio que, por su antigüedad, representaría una de las primeras fundaciones monásticas de Cantabria. La iglesia de Santa María representa el único vestigio de lo que fue un importante monasterio dependiente desde muy pronto del Obispado de Oviedo.

      Poco, muy poco se conoce de la historia de la Colegiata de Santa Cruz ya que no se han conservado los documentos de su archivo. Sabemos, no obstante, que la comarca perteneció a la familia de los Lara, pasando después de propiedad real a la de Don Tello, para posteriormente convertirse en Condado en 1420 con los Manrique.

      Es la iglesia gótica más representativa de este estilo en nuestra región y la más antigua del litoral cántabro. Comenzó a edificarse a principios del siglo XIII, al igual que el castillo contiguo, bajo el patrocinio de Alfonso VIII que repobló y fortificó nuestras villas de la costa. Por su aspecto y tamaño parece una catedral, a lo que contribuye su privilegida ubicación.;

      La pequeña iglesia de Santa María en Lebeña constituye uno de los más bellos testimonios prerrománicos de Cantabria, e indudablemente el mejor conservado y más sobresaliente de estilo mozárabe. Tradicionalmente se ha atribuido su fundación a Don Alfonso y a su esposa Doña Justa, condes de Liébana, en el año 925.

      En la Colegiata de San Pedro llama poderosamente la atención su colección de canecillos, en donde abundan figuraciones de subida sexualidad. El hecho no es anormal en el románico, pero choca en Cervatos la repetición de escenas provocativas. En el siglo pasado, con cierta fantasía derivada del desconocimiento del arte románico, se llegó a suponer que tal vez fuesen los restos de un templo dedicado a Priapo.

      En la loma de Retortillo, a unos 900 metros de altitud, en un emplazamiento privilegiado desde el que se domina todo el Valle de Campóo, la cabecera del Besaya y el Embalse del Ebro, se localiza una pequeña iglesia románica, construida sobre las ruinas de la ciudad romana de Julióbriga y de una necrópolis alto medieval de inhumación con tumbas de lajas y sarcófagos de piedra.

      En el corazón de las Marismas de Santoña, recostado bajo el monte cónico de Hano, se ubica el convento de San Sebastián. La sobriedad y austeridad arquitectónica del cenobio se imbrica, en simbiosis paisajística, con uno de los ecosistemas marismeños más sobresalientes de la Cornisa Cantábrica. La mayor parte de su estructura arquitectónica data del siglo XVII, en el que el convento experimentó una gran reforma.

      Dominando un bello paisaje, al borde de la carretera que conduce de Nestares a Barrio, se alza la curiosa silueta de la iglesia de Santa María la Mayor. El templo que hoy podemos contemplar es el resultado final de las ampliaciones que a partir de una pequeña iglesia románica de una sola nave se han ido realizando a lo largo de su historia.

      La iglesia de Santa Juliana es, sin duda, el templo románico más importante de la comarca. De una sola nave y ábside semicircular, su interés radica en a la uniformidad de la construcción conservada y en la originalidad de sus sencillos y toscos detalles decorativos, realizados posiblemente por canteros de la zona a finales del siglo XII.

      La iglesia de Santa María de la Asunción es una de las más representativas de nuestro gótico costero, ya que adopta la tipología de tradición cisterciense borgoñona, con dos órdenes o alturas (arcadas y ventanales), creando espacios amplios de proyección más horizontal que vertical, como se observa también en Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera y Catedral de Santander.

      Se levanta la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol en el bellísimo barrio de Rucoba de la localidad de Limpias. Es una construcción del siglo XVII, con interesante fachada e importantes retablos y esculturas en su interior. Alberga la imagen del Santo Cristo de la Agonía, de profunda devoción en Cantabria, al cual son atribuidos diversos milagros y prodigios.

      Esta obra refleja las características generales de nuestra arquitectura religiosa regional durante la Edad Moderna: la convivencia de elementos y decoración barroca con la disposición formal y estructural, al interior, gótica, fruto de la débil implantación del estilo renacentista. Su construcción se inició a mediado del siglo XVI y concluyó en el XVII.

      La iglesia románica de San Facundo y San Primitivo, del siglo XII, es indudablemente el monumento románico más destacado del Valle de Iguña. Sabemos que ya en 1068 y en 1119 existía como monasterio de advocación a los santos señalados. Este templo, a pesar de las numerosas reformas que ha sufrido, conserva la traza y elementos decorativos genuinamente románicos.

      En la cuna del linaje de los grandes arquitectos Juan y su hijo Rodrigo Gil de Hontañón (maestro mayor de las catedrales de Segovia, Salamanca, Santiago, Ciudad Rodrigo, Plasencia, Astorga..., y autor de edificios singulares como la fachada de la Universidad de Alcalá y el palacio de Monterrey de Salamanca), se erige este templo de sencilla estructura, hoy en estado ruinoso.

      La iglesia parroquial de San Sebastián es el mejor ejemplo de arquitectura barroca en la comarca de Campóo, y uno de los más sobresalientes de Cantabria. En la construcción de este emblemático edificio reinosano destacan al exterior su portada y su torre, y en el interior el retablo del altar mayor dedicado al santo titular del templo.

      El único edificio declarado monumento en el municipio de Hoz de Anero es este Convento del Santo Desierto de San José de Rigada, ocupado por la orden de los Carmelitas Descalzos. En él llama poderosamente la atención su aspecto exterior: la apariencia no es la propia de un edificio religioso, ya que se trata de dos casonas unidas por un cuerpo central que tiene las funciones de capilla.

      Situada en la parte más alta del pueblo, se alza la magnífica iglesia de Santa María Magdalena, quizás el ejemplo más claro de la impronta del barroco en Cantabria, tanto por la disposición de su planta como por su alzado. Fue ordenada su construcción en 1740 por D. Tomás de Crespo Agüero, en aquel tiempo Arzobispo de Zaragoza, y natural de Rucandio.

      El paraje es de gran belleza a pesar del estado de ruina que presenta el monumento. Los restos arquitectónicos se funden con una vegetación que, espontáneamente, se adueña del edificio que sirvió de morada a Carlos V a su llegada por primera vez a España, procedente de Flandes, para hacerse cargo de la corona en 1517. El convento albergó durante 23 días al futuro emperador y a su séquito, a causa de una enfermedad.

      En la parte más alta de la villa -la acrópolis-, sobre el roquedal que separa las dos rías, formando línea con el Castillo en el espolón de la antigua puebla medieval fundada por Alfonso I sobre el antiguo asentamiento romano de Vereasueca, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de los Angeles. Indudablemente, se trata de uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica en Cantabria.

      Situada sobre una pequeña elevación, frente al excelente palacio de Ceballos el Caballero, con el que forma un bello conjunto, la iglesia románica de San Andrés es uno de los monumentos mas destacados del valle del Pisueña, en relación con el estilo de la cercana Colegiata de Santa Cruz en Castañeda.

      Muy cerca de la Plaza Porticada está el antiguo colegio de los Jesuitas, más conocido en la actualidad como iglesia de la Anunciación o de la Compañía. Es un edificio de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, de fachada típica jesuítica, e interior de una sola nave con capillas laterales.

      Como toda catedral, la de Santander es un edificio emblemático, ligado a la historia de la ciudad, y eje principal de su vida religiosa. Su aspecto exterior no es equiparable al de otras catedrales góticas españolas, debido a que este conjunto, construido en su mayor parte durante el siglo XIV, ha sufrido numerosas modificaciones con el paso de los siglos; y sobre todo, a raíz del incendio de 1941, que obligó a una profunda reconstrucción.

      El convento de Santa Cruz, hoy factoría de Tabacalera, es uno de los edificios más representativos de la calle Alta santanderina, que suele pasar desapercibido al paseante. Comenzado a mitad del siglo XVII, albergó a sucesivas comunidades de monjas franciscanas o clarisas coletinas, hasta que en 1835 fueron expulsadas sus residentes. Tres años después el edificio comenzó a emplearse como fábrica de tabacos.

      En pleno corazón de la ciudad, está la iglesia de Santa Lucía. Proyectada por el arquitecto madrileño Antonio de Zabaleta a mediados del siglo pasado, refleja tanto en su exterior como en su interior, el gusto y los conocimientos del autor por el renacimiento romano y por el arte paleocristiano.

      La Colegiata es el edificio más representativo de Santillana del Mar y el primer edificio de Cantabria que fue declarado monumento. Se trata de un bello monasterio medieval de estilo románico, construido en sillería arenisca, al que se añadieron en los siglos XVI y XVII algunas construcciones, como la logia sur, la sacristía y la casa del abad.

      La arquitectura religiosa medieval de nuestros valles laterales al del Besaya -por donde penetra la influencia románica- es muy arcaizante o retardataria con respecto a la introducción y desarrollo histórico del estilo artístico. En plena época gótica perviven elementos románicos tanto estructurales como decorativos. Un claro ejemplo es este templo de Acereda.

      Santa Cecilia de Villasevil conserva los mejores restos románicos del valle de Toranzo. Un románico en el que se aprecia un claro influjo de los talleres que trabajaron en el norte de Palencia a finales del siglo XII. Alberga en su interior una de las pilas bautismales de estilo románico más destacadas de Cantabria.

      Aunque es seguro que la iglesia que ahora existe tuvo alguna precedente románica, no se sabe cuando se creó el monasterio de Santa María del Puerto. Posiblemente pudo nacer como consecuencia de la repoblación que el rey asturiano Alfonso I hizo en Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza y Vardulia, a mediados del siglo VIII.

      En el extremo meridional de Valdeolea, se encuentra la iglesia de Santa María, parro-quia que sirve a Bercedo y Las Henestrosas. Su fábrica corresponde a dos momentos bien definidos: la cabecera tardorrománica o protogótica, la portada abocinada del sur y la espadaña que limita la torre por el oeste se pueden datar a finales del siglo XII o inicios del XIII, mientras las naves, la torre y el pórtico hasta hace poco adosado por el sur, se pueden fechar en el siglo XVI.

      San Miguel de Olea, aún en su humilde rusticidad es una iglesia románica representativa de las corrientes artísticas populares. Pequeña de proporciones, de una sola nave y ábside semicircular, su cronología puede fijarse en los años mediados del siglo XII, poco después de 1150. En una reciente restauración, se halló un ara romana dedicada a los dioses, que aún se guarda en la nave.

      Dentro de su humildad, la iglesia de San Martín de Hoyos, situada en el bello valle de Olea, es un edificio interesante. La planta de la iglesia románica debió concebirse como de una sola nave para, tiempo después, modificarse con el añadido de dos capillas laterales. La sencilla decoración de los motivos ornamentales dificulta su datación, aunque es posible que se construyera a mediados del siglo XII.

      Pequeña iglesia de origen y reminiscencias románicas, con importantes modificaciones posteriores que enmascararon o destruyeron su primitiva fabrica. Parece que se consagró en 1174. Conserva en la bóveda y los muros del ábside pinturas murales al fresco del siglo XV. Junto a las cercanas de Mata de Hoz y Las Henestrosas, supone uno de los conjuntos más destacados de pintura gótica de la región.

      Típica iglesia románica de concejo, de una sola nave y muros de sillería. Ha tenido diversos añadidos en los siglos XV-XVIII, que modificaron sustancialmente su aspecto original. En general, mantiene un carácter popular, con una cronología posible dentro de la segunda mitad del siglo XII. En su interior conserva pinturas murales de gran interés, atribuidas al mismo autor de las próximas de Santa Olalla en La Loma y Las Henestrosas.

      En el valle de Valderredible, olvidada por el largo tiempo transcurrido desde su génesis, que ha desmemoriado incluso el nombre del santo de advocación, encontramos la ermita rupestre de Campo de Ebro. Constituye sin lugar a dudas, junto con el grupo de evidencias rupestres del Alto Ebro, una de las primeras manifestaciones conservadas del cristianismo en nuestra región.

      En la Cantabria meridional, en el valle de Valderredible, aprovechando las condiciones geológicas y climáticas de la ribera del Ebro, se desarrolló durante los primeros tiempos del medievo un destacado conjunto de manifestaciones artísticas y religiosas rupestres. De entre ellas, la ermita de la Virgen del Carmen de Cadalso posee una modesta singularidad.

      San Martín, es una de las cuatro colegiatas del románico de Cantabria -junto a Santillana, Castañeda y Cervatos-, y también uno de los edificios más señeros de esta época en la región. Sus valores arquitectónicos, escultóricos y pictóricos hacen suponer que se trato de un monasterio poderoso en su tiempo, que en el siglo XVI -ya colegiata- fue absorbida por la más poderosa de San Miguel de Aguilar de Campóo.

      Entre el impresionante panorama de eremitorios rupestres de Valderredible, destaca la Iglesia rupestre de Santa María de Valverde. A pesar de que su estructura actual dista en mucho de su primigenia configuración, puede tratarse que nos encontremos ante un insólito caso de iglesias pareadas. Al exterior, la espadaña proporciona al conjunto monumentalidad y esbeltez.




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